sábado, 28 de junio de 2014

Por tierras de La Moraña: el castillo de Narros de Saldueña


Esta es una excursión que duró sólo una mañana. Consistió en visitar los castillos de Narros de Saldueña y de Castronuevo, este último en Rivilla de Barajas, dos fortalezas situadas en plena Moraña abulense. Los había visitado hace unos 10 años y quería hacer nuevas fotografías y comprobar qué habían cambiado en estos años. Al principio programé ir sólo a Narros de Saldueña, y si el tiempo acompañaba llegaría hasta Castronuevo. El viaje coincidió con la proclamación del rey Felipe VI, jueves 19 de junio de 2014, y día del Corpus Cristi.


La Moraña, comarca de la provincia de Ávila, está salpicada de pequeñas poblaciones que se dedican a la agricultura casi en exclusiva y destaca sobre todo por sus construcciones mudéjares. Narros de Saldueña se encuentra entre San Pedro del Arroyo y Fontiveros, cuna de San Juan de la Cruz. En su libro Ávila, Dionisio Ridruejo toma como referencia la fortaleza, en la descripción que hace de la provincia al atravesar la Moraña Alta desde Fontiveros: "un poco más al sur, y no tardaremos en ver, próximo a los encinares que rodean el castillo de Narros". Nuestro viaje lo iniciamos desde Ávila, tomando la autovía a Salamanca hasta San Pedro del Arroyo, donde tomamos una carretera local que nos lleva hasta Albornos y de allí a Narros de Saldueña.


Al entrar en el pueblo se distingue el castillo, "el faro de la Moraña", que escribe Edward Cooper, y al igual que la primera vez, no deja de sorprender su ubicación en un llano, construido en ladrillo con paredes de tapial y algunos elementos de piedra. Tiene una muralla almenada exterior de escasa altura, lo que sugiere que debía existir un foso profundo que facilitase su defensa. También destaca el hecho de que el rastrillo de entrada esté al alcance de la mano y a la vista los engranajes y las cadenas que lo izaban, por lo que se echa en falta un puente levadizo sobre el supuesto foso. La puerta tiene una aldaba impresionante que asemeja, si no lo es, un gran bloque de hierro informe. El recinto interior tiene una altura muy superior, es rectangular, con la torre del homenaje en una esquina; en las otras tres esquinas presenta unas garitas voladas con muchos ventanucos que le dan un aspecto muy peculiar.


El castillo lo manda construir a finales del siglo XV Rodrigo de Valderrábano, y su mujer Beatriz de Guzmán, hijo del fundador del Mayorazgo de Saldueña, Gonzalo de Valderrábano. Según describe el Padre Ariz en su Historia, "La quarta hija, (de Gil González Dávila y Aldonza de Guzmán) fue doña Beatriz de Guzmán, casó en Avila con Rodrigo de Valderrabano: fundaron el vínculo de los Valderrabanos , en 14 de Enero, del año 1487. llamado el vinculo de Naarros, y Saldueña; procrearon a Francisco de Valderrabano..." En la torre del homenaje hay dos escudos, uno del apellido de Valderrabano y otro de un hijo del matrimonio, quizá al mencionado Francisco de Valderrábano.


Cuenta la leyenda, tal vez para suplir otras hazañas, que un caballero, Pedro Vélez Dávila, ordenó a sus hombres raptar a doña Constanza del Águila, de noble familia abulense, de quien estaba enamorado. Los secuestradores vistieron a la dama con un tosco vestido de saco para que pasara desapercibida durante el rapto y la llevaron a la cámara donde esperó al caballero. Éste, al verla tan pobremente vestida la confundió con una dama de compañía o dueña, y la echó airado al grito de "¡sal, dueña!", lo que aprovechó doña Constanza para escapar de sus captores dando pie al origen del nombre del lugar.


En 1704, el rey Felipe V concede el condado de Saldueña al duque de Montellano, pasando el castillo después, por sucesión, a la casa de Fernán Núñez. A mediados del siglo pasado, en 1963, es adquirido por un particular que lo restaura y lo convierte en su residencia, de ahí el buen aspecto que presenta.


Terminada la visita tras rodear y fotografiar el castillo por los cuatro costados, y contraviniendo mi costumbre de hacer algún gasto en el lugar, por no esperar las maniobras de un tractor y aprovechando que estaba en la salida del pueblo, tomé rumbo a Crespos para visitar el castillo de Castronuevo.

Este viaje lo preparé con los siguientes libros:

Historia de las Grandezas de la ciudad de Ávila , de Fray Luis Ariz, 1607 ed. Facsímil.
Castilla y León. Castillos y fortalezasCobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. deEd. Edilesa.
Castillos de Ávila, Museo de Ávila, Junta de Castilla y León.
Castillos Señoriales de la Corona de Castilla, Cooper, Edward.
Castillo de Segovia y Ávila, Bernard Remón, Javier, 1990 Ediciones Lancia
Castilla La Vieja, 6 Ávila, Ridruejo, Dionisio, Destinolibro Ed. Destino.

Tardé unos años en volver a Narros de Saldueña para por fin conocer el interior del castillo. Fue el verano de 2020 y acabábamos de superar la primera oleada de la pandemia, por lo que mi guía, Teófilo, una persona ya mayor y discreta, me confesó que quizá fuese yo la última persona que él acompañara a visitar el castillo por el temor al contagio. Muy diligente abrió la pesada puerta y comenzamos nuestro recorrido por la liza; mientras me comentaba que el castillo había sido restaurado por lo que algunas de las dependencias no eran originales, y otras no podríamos visitarlas por ser de uso privativo de su dueño.

Liza del lienzo sur

Dependencias del patio de armas el porticado es de inspiración salmantina
El piso superior no se puede visitar

Esquina noreste desde el patio del armas

Torre del homenaje desde el patio de armas

Mecanismo para elevar el rastrillo de la puerta de acceso

Pieza de artillería

Bodega y lagar guardan su estructura original

Caballerizas reformadas y varios carruajes

Imagen de "la Dueña"

lunes, 23 de junio de 2014

Luis Garrido Juaristi: Primer alcalde electo de Madrid


Descubrir a Luis Garrido Juaristi, y algunos hechos de su tiempo, ha sido algo más que meras coincidencias. Hace un par de años estaba escribiendo la introducción a un libro sobre la Dehesa de la Villa de Madrid. Una historia de 1920 sobre la intención del Ministerio de Hacienda de construir la nueva sede de la Casa de la Moneda en ese parque. Hubo un gran revuelo porque la Dehesa de la Villa era el único parque que el pueblo llano visitaba, disfrutaba y se divertía con total y entera libertad. El entonces alcalde, Luis Garrido Juaristi encargó  la elaboración de un expediente en el que relatara la historia particular de la Dehesa de la Villa y justificase la utilidad pública de los terrenos donde se habían construido las Escuelas Bosque y el Asilo de La Paloma, el actual IES La Paloma. Para ilustrar aquel prólogo busqué información sobre el alcalde y, sobre todo, un retrato con el que poner rostro a su protagonismo.

Luis Garrido Juaristi fue el primer alcalde de Madrid elegido democráticamente, el 27 de noviembre de 1918, lo que ya es un hito importante dentro de la historia de la ciudad, y rebuscando por la prensa de la época no me fue tan fácil encontrar un retrato suyo, por lo que decidí ir al Ayuntamiento donde imaginaba que tendrían uno de cada regidor; lo sorprendente fue que en el Ayuntamiento de Madrid no tienen un retrato de su primer alcalde electo.


El alcalde de Madrid hasta entonces se nombraba por Real Orden del gobierno de turno; pero tras las elecciones de 1918 serian los concejales, elegidos por sufragio en cada distrito, quienes proclamaban al regidor. Por primera vez en la historia se daba la circunstancia de que el alcalde y el presidente del Consejo de Ministros no eran del mismo partido político. Buscando en las hemerotecas encontré una imagen de El Mundo Gráfico de 4 de diciembre de 1918 en la que estaba retratado todo el consistorio con Luis Garrido Juristi al frente. Del propio alcalde encontré pocos datos personales, aunque sí los suficientes para mi trabajo, y cabe destacar que durante su mandato tuvo el honor de inaugurar la primera línea de Metro de Madrid, el edificio de Telefónica en Gran Vía y el edifico de Correos, sede del actual Ayuntamiento. Como empresario fue el promotor y propietario del Teatro Infanta Isabel, también en Madrid.

Una curiosidad fue que al rastrear por los buscadores siempre aparecía el nombre de Jon Juaristi, escritor, ensayista y columnista actual. Una tarde, en una librería en la calle Génova, coincidí con Juaristi. Me presenté y mantuvimos una breve charla. Le comenté las dificultades de encontrar un retrato de su antepasado -"pariente lejano", me dijo él-, y muy amable me indicó que en el Centro Riojano de Madrid "tienen un retrato suyo" aunque de no muy buena calidad.

Hace unos días, en la inauguración de una exposición fotográfica volví a coincidir con Jon Juaristi y, muy amable de nuevo, volvimos a rememorar la anécdota de su antepasado, la falta de tacto del Ayuntamiento al no dedicarle un retrato a un personaje tan singular y protagonista de hechos tan destacados en la historia de la Villa, y hablamos, como no, del retrato que tienen en el Centro Riojano. donde por fin me decidí a ir para ver y fotografiar el retrato de Luis Garrido que allí tienen.

Luis Garrido Juaristi, en el Centro Riojano de Madrid

Han pasado más de seis años desde la publicación de esta entrada y ya tengo motivos para ampliarla. En la exposición homenaje que la Biblioteca Nacional ha hecho por el centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós, he encontrado esta fotografía de Campua -o Campúa- en la que aparece el regidor don Luis Garrido, aunque sin identificar, junto a otros personajes municipales también sin identificar, junto al féretro del escritor en la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento de Madrid. La imagen está recortada y en ella se aprecian los inevitables reflejos del cristal.

Campua. Capilla mortuoria de Galdós en el Ayuntamiento de Madrid
Impresión moderna a partir del original. 1920


Luis Garrido Juaristi fotografías blanco y negro El Mundo Gráfico de 04 de diciembre de 1918, a través de la Hemeroteca Nacional de la Biblioteca Nacional de España.
Centro Riojano de Madrid pintura de D. Luis Garrido Juaristi.
Campua. Capilla mortuoria de Galdós en el Ayuntamiento de Madrid. Ministerio de Cultura y Deporte. Archivo General de la Administración, Fondo Medios de Comunicación Social del Estado, en exposición centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós, en Biblioteca Nacional de Madrid.



miércoles, 4 de junio de 2014

El castillo de Portillo


Llegué a Portillo procedente de Íscar, y fue una pequeña odisea llegar al castillo porque a los pies de Portillo se encuentra Arrabal de Portillo, por donde deambulé antes de que me indicaran por dónde subir al pueblo que es donde está la fortaleza. El pueblo se encuentra sobre un promontorio, conocido como Raso de Portillo, y el castillo domina el acceso del camino de Segovia a Valladolid desde el sur. Aunque no era la única ruta para llegar a Valladolid, sí era la que menos ríos tenía que cruzar, por lo que la población amurallada y la fortaleza tenían un interés estratégico importante desde antiguo: La población aparece relacionada con tropas árabes en el siglo X, aunque las primeras referencias al castillo son de 1371 cuando Enrique II tercia en la disputa por la propiedad entre los herederos del infante Tello.


La historias del castillo está relacionada con los acontecimientos que van desde la toma del poder por Enrique II de la corona de Castilla hasta la unión de los reinos de Castilla y Aragón con Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, los Reyes Católicos. Contar la historia de esos 150 años en pocas líneas es difícil por la gran cantidad de personajes que aparecen, pero lo haré haciendo una breve referencia a la historia y a los cambios que hubo en el castillo, transformaciones que le confieren un estilo propio de la Escuela de Valladolid, aunque éste será resultado de diversas actuaciones a lo largo de ese siglo y medio.

Pedro I el Cruel. Museo Arqueológico Nacional de Madrid
La crónica la iniciaremos en 1339, cuando Alfonso XI cede la villa de Portillo a su hijo natural el infante Tello. que será quien inicie la construcción del castillo. A la muerte del rey la corona recae en Pedro I el Cruel, aunque pronto comienza la guerra civil englobada en la Guerra de los Cien Años contra su hermano bastardo Enrique de Trastámara, futuro Enrique II de quien el infante Tello era hermano. La guerra concluirá con la muerte de Pedro I en Montiel a manos del futuro rey Enrique II.

El infante Tello debió impulsar la construcción del castillo sobre una construcción anterior ya que la base de la torre del homenaje puede ser románica. La propiedad le fue confiscada durante la guerra civil y, perseguido por Pedro I se refugia en Aragón, pasando la fortaleza a Fernando de Castro. Tras la victoria final de Enrique II el castillo le es devuelto al infante Tello quien la cede en testamento en 1370 en mancomunidad a sus cuatro hijos, causa por la que el rey debe intervenir un año después ordenando que sólo uno quien la posea. En 1378 el rey la cede a su propio hijo, el Duque de Medina Sidonia. A la muerte del duque en 1404, la villa y sus tierras revierten en la Corona formando parte en 1409 de la dote de la infanta María, hija de Enrique III. Ésta, a su vez, la vende a su hermano el futuro Juan II en 1415. Durante el reinado de Juan II el castillo pasará sucesivamente a manos de Diego Gómez de Sandoval, Ruy Díaz de Mendoza, Álvaro de Luna y al hijo del rey, el infante Alfonso.

A Enrique II le sucede Juan I, y a éste Enrique III. El hermano pequeño de Enrique III es Fernando de Aragón o de Antequera, futuro Fernando I de Aragón y padre de los infantes de Aragón que intervendrían activamente en las cuestiones castellanas durante el reinado Juan II de Castilla, el infante Juan, que reinaría como Juan II de Navarra, y el infante Enrique que murió tras la batalla de Olmedo en 1445.


Al acceder Juan II al trono en Castilla se forman varias fracciones, por un lado Juan II y su valido el condestable Álvaro de Luna; por otro los infantes de Aragón, hijos de Fernando de Antequera, tío y protector de Juan II durante su minoría de edad, y por otro la nobleza que pretende mantener sus privilegios. Las continuas luchas y las diferentes y cambiantes alianzas harán que el castillo cambie de manos constantemente y sea testigo privilegiado de la historia.

En 1423 Juan II entrega la fortaleza a Diego Gómez de Sandoval, que en 1429 se alza en armas en Peñafiel contra el propio rey apoyando al bando de los infantes de Aragón. El castillo le es confiscado y Gómez de Sandoval se refugia en Aragón de donde no volverá hasta 1438. La fortaleza por entonces la había donado el rey a Ruy Díaz de Mendoza. La situación volvió a precipitarse en 1441 cuando los Infantes de Aragón hacen prisionero al rey y anula todas las cesiones anteriores a 1438, por lo que la fortaleza retorna de nuevo a Gómez de Sandoval y, el propio Juan II es encarcelado en ella. Sin embargo, el rey escapa y junto a Álvaro de Luna se enfrenta a los infantes en la batalla de Olmedo, que supone la derrota definitiva de éstos: el infante Juan vuelve a Navarra de donde era rey, el infante Enrique muere tras la batalla y Gómez de Sandoval cae prisionero, aunque un año después es perdonado y le son devueltas sus posesiones.


En 1448 debido a las constantes intromisiones de los de Aragón en los asuntos de Castilla,  Álvaro de Luna da un golpe de autoridad y encarcela a todos los cabecillas partidarios de éstos en el castillo. Gómez de Sandoval logra huir y se refugia en Aragón donde acabará muriendo. Desde 1448 hasta 1452 el castillo estará en manos de Álvaro de Luna quien lo reforma, eleva la torre del homenaje y edifica nuevas estancias palaciegas en torno al patio de armas. Pero en 1453 don Álvaro cae en desgracia víctima de las intrigas la nobleza y de la reina Isabel de Portugal, segunda esposa de Juan II y madre de la futura reina Isabel la Católica. Don Álvaro es encarcelado en el castillo y allí permanecerá hasta ser trasladado a Valladolid donde será decapitado. El castillo es entregado de nuevo a Ruy Díaz de Mendoza, aunque un año después, en 1454, por testamento el rey Juan II otorga la posesión a su hijo el infante Alfonso, hermano de Isabel.


Con Enrique IV, hijo y sucesor de Juan II, la situación política y social variará muy poco, con Álvaro de Luna y los infantes Aragón fuera de la política castellana, las luchas se trasladarán a la línea sucesoria que intentará imponer la cada vez más influyente nobleza. Saltan a escena Juan Pacheco, el nuevo valido y Beltrán de la Cueva, ambos representantes de la nueva nobleza. La vieja nobleza, temerosa de un nuevo Álvaro de Luna en la persona de Pacheco, insta al rey Enrique IV a nombrar su sucesor a su hermanastro el infante Alfonso, con lo que deshereda a su hija Juana alegando entre otras cosas ser hija del favorito de la reina Beltrán de la Cueva. El rey accede nombrar sucesor el infante Alfonso, y tras la farsa de Ávila, donde se degrada a Enrique IV y se entroniza al infante como Alfonso XII, sin embargo el infante morirá 2 años después en Cardeñosa, Ávila. La nobleza entonces ofrece la corona a su hermana Isabel quien declina el nombramiento accediendo a ser la sucesora de su hermanastro Enrique IV, dejando de nuevo a un lado a Juana. Enrique IV accede a nombrar sucesora a Isabel pero mantiene el privilegio de autorizar su matrimonio, al parecer pactado con el rey de Portugal. No obstante Isabel se casa en secreto en Valladolid con Fernando, heredero de Aragón, por lo que Enrique IV vuelve a nombrar sucesora al trono su hija a Juana. Insospechadamente el rey muere, envenenado o no, e Isabel es nombrada reina de Castilla. Juana, casada con el rey de Portugal, lucha por sus derechos, pero es derrotada y acaba retirándose al reino portugués.


Como hemos visto el castillo pasa a ser posesión del infante Alfonso por testamento de Juan II, pero Enrique IV se niega a entregarlo. Pero la liga de nobles que en 1464 obligó al rey a reconocer al infante Alfonso sucesor y a devolver las donaciones de la herencia, entre ellas el castillo. Un año después, en 1465 se inicia la guerra entre los hermanastros y Alfonso entrega el castillo a Rodrigo Pimentel, conde de Benavente, partidario de su causa. Sin embargo, el de Benavente cambia de bando y apoya la causa de Enrique de quien logra en 1468 que le haga donación del castillo, posesión que mantendrá hasta después de la muerte de Alfonso en 1471. El conde de Benavente, apoyará a Enrique IV contra las pretensiones de Isabel, pero a la muerte del rey vuelve a cambiar de bando apoyando entonces a Isabel frente a Juana La Beltraneja. En 1475, el conde es hecho preso por los partidarios de La Beltraneja, y la fortaleza de Portillo es entregada a los portugueses en pago de su rescate.

Derrotada Juana y terminada la guerra, el rey Fernando el Católico, cede definitivamente la propiedad al conde de Benavente. Éste manda construir la barrera exterior y reforma el patio palaciego que mandara construir Álvaro de Luna, construye también un foso que rodea todo el recinto, actualmente tapado, y un impresionante pozo de 40 metros de profundidad, dotado de cámaras subterráneas, accediendo así al agua de la que carecía, reformas que dotan al castillo con un aspecto militar que aún mantiene. Ya en el siglo XIX pasa a propiedad del Conde Osuna y más recientemente el médico natural de la villa de Portillo, Pío del Río Hortega compra la fortaleza y la dona posteriormente a la Universidad de Valladolid, su actual propietaria.

Con el castillo de Portillo cierro el viaje que hice por tierras de Valladolid y que he ido relatando en las entradas: Castillos: Por tierras de Valladolid y las historias de los castillos de ÍscarFuensaldaña, y Fuente el Sol.

Para preparar la historia del castillo consulté la siguiente bibliografía:
Castilla y León. Castillos y fortalezasCobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. deEd. Edilesa.
Las noblezas españolas en la Edad Media Siglos XI-XVGerbet, Marie-Claude, Alianza Universidad.
Los castillos y fortalezas de Castilla y LeónMartín Jiménez, Carlos M.Ed. Ámbito.
Los Trastámara y los Reyes Católicos, Historia de España, Tomo 7, Suárez Fernández, Luis, Editorial Gredos.