sábado, 12 de diciembre de 2015

Maria Antonia García de la Vega: Memorandum Natura


Al abrir al azar el libro de María Antonia García de la Vega, su espléndido Memorandum Natura, se puede leer en el reverso de una de sus fotografías, como si fuese un resumen de esa imagen, un poema de Walt Whitman que el último verso dice: Los poemas verdaderos (los que llamamos poema no son sino imágenes). Esta es la sensación, la primera y sincera que el libro ha dejado en mi retina, y luego ha dejado en mí una especie de melancólico recuerdo, tan dulce como difícil de expresar. Y a las fotografías les acompaña la lectura de un texto de Virginia de la Cruz que viene a ser, una sutil transposición de la imagen a la palabra, "una poesía del instante..." escribe, e invita al lector a sumergirse en la profundidad de unas imágenes que, como un sueño reciente, nos parece haber vivido antes, en otro momento, con otra luz y con otros personajes.

Yo creía recordar esos paisajes, los árboles, los helechos, la tierra mullida y húmeda sobre la que descansan troncos caídos, algunos cortados al pie del camino, en los que aún crece el musgo y aún desprenden, llorosos, resina como lágrimas de ámbar; y aún puedo ver el sendero serpentear suave e introducirse en la fronda del bosque, en la selva de hayas y abetos, y oír lenguaje el agua, siempre el agua, serena, remansada, silenciosa o en violenta en cascada, arremolinándose en un estruendo que apaga y amortigua el canto de las aves y nutre la intensa vida que pasa, casi siempre, inadvertida y secreta en el bosque. El bosque, "la fraga -escribe Wenceslao Fernandez Flórez en su Bosque animado- es un tapiz de vida apretado contra las arrugas de la tierra; en sus cuevas se hunde, en sus cerros se eleva, en sus llanos se iguala".

Y siguiendo el libro, página a página, trepar la cuesta suave, arropada por una pared de piedra que a trechos es sólo tierra que deja al aire las raíces de las hayas. Más adelante se pierden de vista los acompañantes, vivos aún en el recuerdo, en la siguiente página, y entonces el lector, que atento se desliza entre las imágenes, sabe que estuvo allí, en Valsaín, en Sintra, y bordeando la ribera del Urraderra donde sumergió la mirada en las aguas de fondo azulado mientras la bruma se elevaba sobre el hayedo en llovizna mansa, Y también estuvo en la Selva de Irati , también junto al río que salta entre las rocas y hace callar a los excursionistas que posaban en la orilla. Entonces surge un fotógrafo que, como si de un ritual se tratase, monta el trípode, sobre él la cámara y enfoca a ras del suelo, meticuloso, ajeno a la mirada curiosa de los excursionistas, el musgo que tapiza la roca y del que se desprende una gota de agua que resbalaba lenta, muy lenta, para precipitarse a un vacío casi inexistente, apenas se oye el disparo de la cámara, el obturador se abre y se cierra perezoso atrapando el cambio de luz que provoca el rayo que penetra la espesura de las copas de los árboles para caer indeleble en la minúscula gota de agua,

Son esas imágenes, esa poesía la que rescata en su Memorandum Natura, María Antonia García de la Vega. Sus imágenes son nuestros recuerdos, nuestras sensaciones, son un viaje al pasado que el lector hace a través de otros ojos, de otros instantes que se suceden hasta la última página; experiencias que pervivirán aún después de cerrar el libro, cuando el lector cansado intente retener la última imagen, y como la historia del abuelo de José Saramago, quiera abrazar cada árbol de su huerto el día que descubrió que ya no los volvería a ver, porque la vida, como los sueños, se agota. Pero al libro, a nuestro libro, a nuestro Memorandum Natura volveremos sin dejarlo a penas dormitar sobre el escritorio o en un estante para no olvidar nuestros recuerdos y, al volver a abrirlo, acompañarnos de nuevo con otros versos de Walt Whitman que descansan a su lado: Vagando el día entero me pierdo en el bosque, ...



Memorandum Natura, de María Antonia García de la Vega, Autoedición, Madrid 2015.
Las fotografías que ilustran esta entrada las he tomado del libro por lo que espero que el lector sepa disculpar su calidad.

domingo, 6 de diciembre de 2015

El castillo de Aguilar de Campoo


Durante la visita a Aguilar de Campoo no estaba previsto subir al castillo; el libro guía turístico, bastante antiguo, era demasiado pesimista para el viajero: "el castillo ofrece una visión elegíaca. Es hoy una de esas fortalezas que lloran gota a gota, piedra a piedra, su abandono y lenta agonía a través de los siglos". No obstante desde 2002 se había habilitado un camino que nos dejaba frente a la fortaleza partiendo desde la iglesia de Santa Cecilia (siglo XII) que descansa a sus pies.

Claustro de Santa María la Real

Quizás el hecho de ser el monasterio de Santa María la Real la joya indiscutible de Aguilar de Campoo, reste protagonismo a la fortaleza, que a penas destaca, aunque se ha adecuado su entorno que lo convierte en un agradable paseo, aunque como veremos tiene agrias críticas a esta intervención. No tenía mucha información sobre él, por lo que hube de conformarme con la lectura del cartel turístico que comparte con Santa Cecilia.

EL CASTILLO

La cartela informativa nos introduce brevemente en su evolución constructiva: 

Edificación de planta trapezoidal, construida probablemente sobre un castro celtíbero, está en la cúspide de un peñasco, a 970 metros de altitud. Estaba protegido por una gran muralla que se comenzó a construir a mediados del siglo XIII y siete puertas de las que se conservan seis. 
En los siglo IX y X existía ya una pequeña fortaleza que coincide con la actual torre del homenaje. Alguno de los restos conservados son del siglo XII, siglo en que fue un importante baluarte aunque la mayor parte de los muros actuales son del XIV y XV.
Al final de la Edad Media el castillo quedó en desuso y, sin modificaciones posteriores, por lo que ha llegado a nosotros con su morfología medieval.

Puerta de acceso al castillo

Según Cooper el núcleo del castillo era la torre del homenaje, "una estructura que sería monumental y de gran poder óptico", habría que añadir a la altura que debía tener la torre la altitud del cerro donde está emplazada, vigilando un vado del río Pisuerga que bordea por el suroeste la población. "Hoy día, añade, el espacio que ocupaba es un enorme montón de escombros" y, lo más probable, es que se han mantenido desde que la derribara el rey en aquellos momentos -debe referirse a 1358 cuando Pedro I marcha contra Aguilar con el fin de asesinar a su hermanastro Tello. La torre no debió haberse reconstruido desde entonces pues Pedro I vuelve a asediar la fortaleza en 1368, y "el tosco alzamiento del nivel del adarve de uno de los lienzos" debió haberse construido posiblemente con las piedras de la desaparecida torre. 

Al final del reinado de Enrique II, y instancias de la comunidad judía, se renovaron las fortificaciones de Aguilar, como advierte Cooper, "expresando así su alivio al no haber sufrido el mismo castigo que sus correligionarios de Miranda de Ebro a manos del rey de las mercedes". Cabe recordar que en 1360 la comunidad judía de Nájera sufrió el ataque de las tropas de Enrique, y en 1362 sería atacada la comunidad judía por los vecinos de Miranda de Ebro. El rey Pedro I fue protector de la comunidad judía no así sus aliados ingleses, ni las tropas de Enrique de Trastamara. Como prueba de ese "alivio" mostrado por la comunidad hebrea, se colocó un escudo con un águila sobre la puerta del castillo, "símbolo del municipio", que se ha conservado hasta mediados del siglo pasado; y "en las tres puertas del recinto de la población, construida una de ellas, según reza orgullosamente una inscripción, por don Sal Zamalek y su mujer, en 1381". Aunque la fecha parece tardía, Enrique II muere en 1379, se recuerda al lector en nota, la fecha tallada es de 1419, de la era, y el año 1381 es el último del uso  del calendario de la Era Hispánica en Castilla.

Sobre las obras, que se llevaban a cabo desde 2002 nos informa  un artículo del Diario Palentino del 09-IX-2003 que reproducía la revista de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, artículo que nos introduce de nuevo en la historia del castillo; estas obras "han descubierto parte de la muralla junto a un cubo, y ahora se aprecia cerca de más de un metro y medio de altura original, otra de las grandes obras que están realizando es sacar en algunas partes el primer suelo de piedra caliza del recinto. Uno de los problemas que están encontrando (es) que en la fortaleza se hicieron muchos añadidos posteriores a la construcción original. Si todo va bien, en dos años todo el mundo podrá disfrutar del castillo. Según el estudio realizado por la arqueóloga encargada de las obras, la primitiva construcción se realizó en el siglo IX y debió ser reconstruido a finales del siglo XI, o más bien durante el siglo XII. De todas formas, el sistema defensivo de Aguilar sufrió una radical transformación a partir del siglo XIII, con profundas reformas en el siglo XIV como consecuencia de las guerras de Pedro I de Castilla, y en el siglo XV con la ascensión de los Manrique al marquesado de Aguilar." 


Y, continuando con la crónica del Diario, "Con esta familia se relaciona el castillo actual, o por lo menos su última gran reforma. En 1966 y 1967 se realizó una intervención en la que se reconstruyeron partes del recinto. Las últimas excavaciones se llevaron a cabo en 1988 y 1989, respectivamente y se centraron en la torre del homenaje". 

Sobre las obras de los años sesenta es muy crítico J. Nuño González con esta actuación lo que se hizo fue elevar el castillo a categoría de decorado al centrarse únicamente en los paramentos que dan a la villa dejando el resto, afortunadamente, sin tocar. Posteriormente se llevó acabo una nueva consolidación que llegó a ocultar los mechinales que daban a conocer la estructura interior del castillo, así como el movimiento de tierras para facilitar el acceso al castillo, eliminando los caminos originales, así como la plantación de cipreses en las laderas que arrasaron los vestigios arqueológicos entre la fortaleza y Santa Cecilia; esto es, el paradigma de una intervención totalmente desafortunada sobre la que éste se pregunta cuáles son realmente las premisas que persigue la rehabilitación de un monumento.


CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

La villa de Aguilar de Campoo había pertenecido a al infante Pedro, hermano del rey Fernando IV y hasta su muerte en la Vega de Granada en 1319 había sido tutor de Alfonso XI. En 1331 nada más nacer el primer hijo bastardo de Alfonso XI y Leonor de Guzmán recibe el señorío de Aguilar y todos los bienes que habían pertenecido al infante Pedro. El niño muere con seis años, en 1338, pasando el señorío a Tello, también hijo bastardo del rey y Leonor de Guzmán, en enero de 1339 cuando contaba con tan solo 2 años. En 1350 muere el rey Alfonso XI y un año después, con Pedro I en el trono, en las Cortes de Valladolid de 1351 el rey confirma a su hermanastro como señor de Aguilar de Campoo y dota a la ciudad con el "diezmo del mar" sobre todas las mercancías que llegaban desde Santander. Con anterioridad, en ese mismo año Tello había rendido pleitesía al nuevo monarca; no obstante pronto será perseguido por Pedro I en la guerra que mantuvo con su otro hermano Enrique de Trastamara, el futuro Enrique II. En la disputa debió perder don Tello el señorío pues, según CooperGonzalo González Lucio entregó Aguilar de Campoo al rey en 1354, "y a continuación se encargó de defenderlo contra los partidarios de Tello". 

En 1358 Pedro I marcha desde Sevilla a Aguilar de Campoo, como hemos comentado, con la intención de asesinar a su hermanastro Tello, aunque éste consigue escapar, el rey captura a Juana de Lara, la mujer del infante, debido, también según Cooper, a un descuido de su marido. El canciller López de Ayala narra así este episodio: "el Rey, desque hubo comido, aquel día martes partió de Sevilla y fué en siete días a Aguilar de Campó, do estaba Don Tello. Y el día que el Rey allí llegó Don Tello andaba al monte, y un su escudero, que decían Gutier de Aguera, vió al Rey y fuéselo decir a Don Tello al monte. Y luego Don Tello huyó para Vizcaya y llegó a Bermeo (...) Y el Rey, desque llegó a Aguilar de Campó y no pudo hallar a Don Tello, que fuera apercibido, prendió a Doña Juana, su mujer de Don Tello, hija de Don Juan Núñez de Lara y de Doña María, su mujer, señora de Vizcaya: ca por esta su muger cobrara Don Tello el señorio de Vizcaya". En 1359 concluye el episodio con la muerte de Juana de Lara: "Otrosi mandó el Rey levar presa á Almodovar del Río, un castillo muy fuerte que está cerca de  Cordova, á Doña Juana de Lara mujer del Conde Don Tello su hermano, la qual tenia presa despues que el Rey fuera á Aguilar de Campó por matar a Don Tello, segund dicho avemos; é dende a pocos dias la mataron á dicha Doña Juana en Sevilla". El episodio muestra la personalidad del infante, era dubitativo, cambiando de bando en la guerra según sus intereses, pensando sólo en su persona. Tras la captura de Juana de Lara en 1358 el rey dejará como custodio del castillo a Pedro Gómez quien lo poseerá hasta su muerte en Aguilar en 1363.


En 1369 muere Pedro I asesinado en Montiel a manos de Enrique de Trastamara, y en 1370 fallece el infante Tello pasando el señorío de Aguilar a su hijo bastardo don Juan Téllez, privilegio que confirmó el rey Enrique II, lo que confirió a la propiedad la calidad de "bienes enriqueños", es decir, que los bienes se transmitían por primogenitura pero sólo por línea de varón, en caso contrario, el bien revertía en la Corona.

En 1385 Juan Téllez muere en el desastre de la batalla de Aljubarrota donde las tropas portuguesas e inglesas aniquilaron al ejército castellano en la guerra por el trono de Portugal entre Juan I de Castilla y Juan I de Portugal. El señorío pasa entonces a su hija, doña Aldonza de Castilla, que sería la tercera Señora de Aguilar, que por la salvedad de los "bines enriqueños" el rey, ahora Enrique III , hubo de otorgar en 1392 un nuevo privilegio. Doña Aldonza, contrajo matrimonio con Garci Fernández Manrique de Lara, y sería el nieto de ambos, y con el mismo nombre Garci Fernández Manrique de Lara, en 1482 por privilegio de los Reyes Católicos, el primer Marqués de Aguilar.





Por último destacar que la visita a Aguilar de Campoo es realmente interesante "a semejanza de Santillana del Mar, es una de esas villas-museo que impresiona al que la visita" dice mi antigua guía de turismo. El conjunto fue declarado Monumento-Artístico en 1949.


Para elaborar esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Bleye, ValentínGuia Turística de Palencia y su provincia,  Diputación de Palencia, 1977
Castillos de España, Asociación Española de Amigos de los Castillos, nº131. Octubre 2003.
Cobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. de, Castilla y León. Castillos y fortalezas, Ed. Edilesa, León, 1998.
Cooper, E, La fortificación de España en los siglos XIII y XIV, . 2014, para la cita de J. Nuño González en su libro El Castillo de Aguilar de Campoo, sobre la reconstrucción del castillo.
Díaz Martín, Luis Vicente, Don Tello, señor de Aguilar y de Vizcaya (1337-1370), Instituto Tello Téllez de Meneses, 1982.
López de Ayala, Las muertes del Rey Don Pedro, Alianza Ed., Madrid 1971




martes, 17 de noviembre de 2015

Torre de la Calahorra



A la izquierda del río Guadalquivir se levanta impresionante la Torre de la Calahorra. Ha sido muy escasa y dispar la información que he recogido sobre esta fortaleza que se alza frente al Puente Romano de Córdoba coincidiendo en todos los manuales tanto la historia como las descripciones que se hacen de este edificio, por lo que he intentando recopilar toda la información posible sobre él.


"Calahorra" es un nombre prerromano, de etimología discutida, que se difundió en al-Andalus como "qalahurra" (en árabe qala'at al-hurriya que significa torre libre), nombre que se utilizó para designar a una torre importante y aislada. La Torre Calahorra de Córdoba está situada defendiendo el extremo sur del puente romano por el que se accede a la ciudad, obra monumental esta última de 270 metros de longitud que se sustenta sobre 16 gruesos arcos construido en el siglo I a C. en época de Julio César. La Torre Calahorra ya aparece citada en fuentes árabes del al-Andalus antes de que Fernando III El Santo reconquistase la ciudad en 1236 siendo, precisamente ésta, unos de los obstáculo que dificultó el acceso y la toma de la ciudad califal a través del puente romano.


Enclave de control y defensa de la ciudad desde antiguo, su estructura refleja la diferentes actuaciones y ampliaciones que afectaron en ella a través de los siglos. El arco de herradura que puede verse en la parte del puente debió servir de puerta anexa al mismo, formando un recinto rectangular que fue reforzado con dos torres laterales construidas en el siglo XII, época de especial turbulencia en el que la ciudad estuvo bajo influencia almorávide y almohade.

Reconquistada la ciudad en el siglo XIII por Fernando III, se inicia con Alfonso X el Sabio la construcción del Alcázar de los Reyes Cristianos que culminará su biznieto Alfonso XI en el que manda construir los baños reales para su amada doña Leonor de Guzmán, madre del conde don Enrique, futuro Enrique II de Trastamara. y éste a su vez aquí "mantuvo amores  con la portuguesa Juana de Sousa; (y) Pedro I el Cruel escuchó buenas nuevas de sus batallas ganadas y malas nuevas de las perdidas". Y es que no todo fueron buenas nuevas ya que la muerte de doña Leonor, presa por orden de Pedro I y ordenada por la madre de éste, María de Portugal, sería el origen de la guerra civil que lo enfrentó a su hermanastro Enrique que concluiría con el cambio de dinastía en Castilla.


La ciudad no fue ajena a la lucha dinástica ni a las represalias que ejercieron los contendientes. En 1367, según nos relata el canciller Pedro López de Ayala, hubo una brutal represión contra los partidarios del conde don Enrique ordenada el rey Pedro I  que "fizo matar a diez e seis omes de la cibdad, que eran homes de honra"; por lo que no es de extrañar que poco después, a principios de 1368 se produjera la sublevación de Gonzalo de Mexía a favor de Enrique II. Frente a La Calahorra batallaron entonces las tropas de Pedro I, que se había aliado con Mohammad V, rey de Granada, organizando una acción de castigo contra la ciudad: "El Rey Don Pedro y el Rey de Granada juntáronse en uno e vinieron sobre Córdoba... E los moros eran muchos e llegaron muy fuertemente a la cibdad... llegaron a una coracha que dicen la Calahorra, e tan de recio la combatieron que la tomaron e cobraron..." Tras la victoria final de Enrique II éste mandó reforzar la fortaleza ese mismo año de 1368 construyendo una tercera torre que se unió con dos cilindros a las dos torres cuadradas que flanqueaban el arco de entrada; además mandó construir un foso con puente levadizo, a la vez que se tomó la medida de desviar el último arco del puente hacia el oeste para evitar pasar por el centro de la torre y así bordearla por uno de sus lados.


Con la aparición de la artillería a finales del siglo XV, el aspecto defensivo de la torre, ya por sí formidable, con recios muros y un profundo foso, va a cambiar. Se añaden la apertura de troneras de "orbe y cruz" para facilitar el disparo de piezas de artillería; y por último, en 1514 se acomete una nueva reforma ordenada por la reina Juana I La Loca que consiste en construir una barbacana defensiva. Con esta última reforma se dotará a la fortaleza del aspecto que prácticamente tiene en la actualidad.

El interior tiene forma de cruz y cuenta con tres alturas, siendo la parte central del edificio, de forma rectangular, de mayor dimensión que las laterales que tienen forma cuadrada. Sus dependencias se utilizaron como cárcel para la nobleza cordobesa; fue cuartel y en el siglo XIX escuela de niñas. En la actualidad acoge un interesantísimo Museo Vivo de al-Andalus en el que se muestran tanto los personajes como los avances de ciencias y técnica de la época de esplendor que alcanzó la cultura andalusí. Desde 1931 es declarada Monumento Historico Artistico junto con el Puente Romano; y en 1994 por la UNESCO, dentro del conjunto de la ciudad de Córdoba, Patrimonio de la Humanidad.



Para ilustrar algo más el término calahorra se puede recurrir a la espectacular recreación que se hace de La Calahorra de Elche (Alicante), edificada originariamente extramuros a pocos metros de la muralla: "fortificación que llegó a tener 30 metros de altura (...) El lado interior estaba protegido por un foso y no se podía acceder a ella sin subir a la muralla y cruzar una puerta levadiza, lo que la convertía en casi inexpugnable". Por último anotar que en el texto del canciller Pedro López de Ayala a la torre de la Calahorra la denomina coracha, un término que en castellología suele utilizarse para designar a la "muralla que desde una fortificación conecta con una torre avanzada, normalmente sobre un río, pozo o teso próximo",


Para elaborar esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Castilla y León. Castillos y fortalezasCobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. de, Ed. Edilesa, León, 1998
Historia de España musulmana, Chejne, Anwar G, Ed. Cátedra, Madrid, 1999.
Una lectura demográfica de la Crónica de Pedro I, en Poder y sociedad en la Baja dad Media, (T.1), González Mínguez, CésarUniversidad de Valladolid, Valladolid, 2002.
Córdoba en 2 días, Diario El País, Madrid 2009.


Y las páginas de internet:

www.torrecalahorra.es
www.artencordoba.com
www.turismocordoba.org.




Vista del puente romano y de Córdoba desde la Torre de la Calahorra

lunes, 2 de noviembre de 2015

El castillo de Palazuelos


En nuestro recorrido por tierras de Guadalajara, tras pasar la noche en Sigüenza seguimos dirección a Atienza por la carretera CM-110; a unos 8 km. tomamos un desvío a la izquierda que nos lleva hasta Palazuelos un lugar de singular belleza. que conserva prácticamente intacto su trazado medieval. Es una población encerrada en su recinto amurallado bajo la atenta mirada de su castillo. El pueblo está asentado sobre una suave ondulación del terreno que lo hace visible desde la carretera, aunque esto hacía que en época medieval fuese difícil su defensa. Su historia, como nos indican las fuentes que hemos consultado, Antonio Herrero Casado y Jorge Jiménez Esteban, se basa sobre todo en la historia de los señores que la poseyeron a través de los siglos, y sobre todo al marqués de Santillana que mandara construir tanto el castillo como la muralla que la rodea y la de su hijo, Pedro Hurtad de Mendoza, que concluyó las obras.


Su historia se inicia tras la reconquista a los musulmanes y en el siglo XII. Palazuelos queda integrada a en la jurisdicción de Atienza. En el siglo XIII el rey Alfonso X el Sabio la donó junto a otros lugares a su amante doña Mayor Guillén de la poderosa familia de los Guzmán. Ésta la donó en herencia a su hija doña Beatriz de Castilla nacida de sus amoríos con el rey sabio y que llegó a ser reina consorte de Portugal al casar con Alfonso III de Portugal. De ésta el lugar lo heredó su hija doña Blanca, infanta de Portugal y abadesa del Monasterio de las Huelgas de Burgos; aquí habría que hacer una salvedad porque según E. Cooper doña Blanca en 1312 vende Palazuelos y Cifuentes a don Juan Manuel de quien recibe un pago, no obstante acaba vendiendo ambas a su primo el infante don Pedro, hijo del rey Sancho IV de Castilla quien lo vendió a su vez en 1314 al obispo de Sigüenza don Simón Girón de Cisneros. No obstante este baile de propiedades no debieron suponer grandes cambios en el lugar hasta que en la segunda mitad del siglo pasa a manos de la poderosa familia de los Mendoza.


En 1380 figura entre los bienes que integran el mayorazgo que Pedro González de Mendoza y su mujer Aldonza Fernández de Ayala fundan a favor de su hijo Diego Hurtado de Mendoza, que fuera almirante de Castilla. De éste pasó en 1404 en herencia a su hija doña Aldonza de Mendoza. aunque fue el hermanastro de ésta  don Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana, tras un largo litigio con su hermanastra por la herencia, quien poseyó la propiedad y comenzó a levantar el castillo y las murallas que aún hoy podemos apreciar, dejándola a su vez en herencia a su hijo don Pedro Hurtado de Mendoza, adelantado de Cazorla, quien prosiguió las obras hasta concluirlas.


La muralla rodea todo el pueblo excepto algún tramo con trozos derruidos. Ésta se refuerza con varios cubos y cuatro gruesos torreones donde se ubican las cuatro puertas. Los torreones tienen planta cuadrada y gruesos muros, cuentan con cubos en las esquinas, y es desde donde se ingresa en el pueblo. La entrada se hace a través de un arco ojival abierto en una de las caras, "para dificultar la entrada se hicieron las puertas abiertas en amplio arco adovelado apuntado, formando ángulo de manera que la propia puerta es como un pequeño patio de armas", y se sale al pueblo por otra puerta diferente y lateral, en forma de zig-zag, de esta forma se impedía la entrada franca al recinto. Esta estructura fue utilizada por los Mendoza en todas sus construcciones. Los torreones tuvieron dos pisos habitables y en alguna de ellas se ven aún, algo desgastados, los escudos de la familia.


En el lienzo norte y adosado a la murallas se encuentra el castillo, que Antonio Herrera nos describe así: "lo rodea una barbacana o defensa baja a la que se penetra desde la villa por una puerta que tuvo puente levadizo, y está escoltada de dos desmochados torreones. El recinto interior tiene una liza que lo rodea, y en el centro se alza el cuerpo principal, que consta de un edificio alto, cuadrado, herméticamente cerrado y rodeado de dos cubos en las esquinas y una gran torre del homenaje adosada al muro de poniente. La entrada a este recinto interior está en dicho muro occidental. Por ello vuelve a repetirse el sistema zigzagueante de acceso en el caso del castillo".  Finalmente señala que tras un paseo agradable por todo el recinto amurallado recreándonos en las puertas de acceso, y en el interior, la picota jurisdiccional de villazgo que hay en la plaza accediendo por la puerta de Sigüenza, -a la que se puede acceder en coche., y pasear frente a la puerta más alta que da al monte, puerta también blasonada; y por el exterior hasta llegar al castillo que en su día hubo de tener libre acceso. Apunta Jiménez Esteban, y llama la atención, el hermetismo del cuerpo central del castillo que carecía de ventanas y saeteras por lo que sólo era defendible desde el adarve. El edificio debió sobrepasar bastante en altura a las murallas.


El castillo y el lugar perteneció durante siglos a la familia Mendoza, a su rama de los duques de Pastrana . En 1811 es testigo de las escaramuzas de Juan Martín "El Empezinado" contra los franceses en la guerra de la Independencia quedando el castillo seriamente dañado, llegando al abandono después de que en ese mismo año las Cortes de Cádiz promulgan la abolición de los señoríos, hecho que no fue efectivo hasta 1837. Propiedad del Estado, en 1974 se subastó el lugar, tanto el castillo como las murallas, pasando de nuevo a propiedad privada. En la actualidad el castillo se está rehabilitando, como puede apreciarse en el contraste de los colores de la piedra utilizada en la obra y su acceso está totalmente restringido; mientras que las murallas presentan un deterioro considerable, sobre todo el lienzo oeste que da al monte y la zona limítrofe al castillo donde han desaparecido.

Desde Palazuelos, a falta de un lugar donde tomar café, porque el pueblo languidece y es difícil encontrar alguna persona, partimos por la GU-135 a la cercana población de Carabias que cuenta con una espléndida iglesia románica porticada que, al igual que el castillo, tampoco pudimos ver porque la llave la tenía el cura y éste vivía en Sigüenza.Tras un breve paseo alrededor del edificio partimos dirección de nuevo a Palazuelos para retomar la CM-110 dirección a Imón y de allí a Atienza.

Puerta del Monte
Para hacer esta entrada he consultado los siguientes textos:

Castillos de Guadalajara IJiménez Esteban, Jorge, Libros Penthalon, Madrid, 1992.
Guía de Campo de los Castillos de GuadalajaraHerrera Casado, Antonio, Ed. Aache, Guadalajara, 2000.
Poder y sociedad en la Baja Edad Media Hispánica. Estudios en homenaje al profesor Luis Vicente Díaz Martín., en especial el artículo Pedro González, o el ascenso de los Mendoza, Del Val Valdivieso, Mª del Mar, pag. 289 y ss. Universidad de Valladolid, Valladolid, 2002.
Rutas de los Castillos de Castilla-La Mancha, Guadalajara, Castilla-La Mancha Turismo.
La fortificación de España en los siglos XIII y XIVCooper, E. 2014

También es interesante visitar la página oficial del Castillo de Palazuelos en: http://www.castillodepalazuelos.es/

Puerta de Sigüenza o del Cerco
Puerta de la Villa
Escudos de los Mendoza sobre la puerta de la Villa
Puerta de Sigüenza o del Cerco desde la plaza Mayor
Fuente y royo jurisdiccional en la plaza Mayor
Esquema de las murallas en el interior de la Puerta Sigüenza o del Cerco
Puerta del Monte entrada y salida por la derecha al pueblo
Entrada a la barbacana del castillo

miércoles, 21 de octubre de 2015

Fernando Jarque: Retener


La primera vez que vi la obra de Fernando Jarque fue en una pequeña exposición en la que compartía espacio con otros artistas. La exposición estaba formada por una serie de pequeñas obras, escultura y pintura, elaboradas con "achiperres", trozos de madera, tuberías, piedras y útiles desechados que de forma reordenada los dota de nueva vida, conformando, obra a obra y en su conjunto, un todo equilibrado y armonioso.

El propio artista nos comenta en qué consistía la muestra: "Siempre en nuestra casa tenemos la caja de herramientas con docenas de "achiperres" por si acaso necesitamos "apretujar" nuestra condición de especialistas en algo", comienza su ideario y justificación del programa, "cuando paseamos distraídos encontramos inútiles objetos urbanos que no sirven para nada", -añade- "La conjunción sin sentido premeditado me ha llevado a ordenar color y materia en una breve composición de reciclaje con el único motivo de divertirme. Las series y piezas son irrepetibles por la casualidad de las existencias de los objetos que encuentro".

La obra de Fernando Jarque la podemos englobar dentro del constructivismo, último movimiento moderno artístico de la Rusia prerevolucionaria que se manifestó, sobre todo, en el teatro, cine y arquitectura, hasta que en los años de 1930 la política de los soviets prohíbe toda manifestación artística moderna y prácticamente todas sus obras se pierden quedando sólo como testigo de su evolución fotografías en blanco y negro de la época. Al principio se concibe como un movimiento con un fuerte componente social en el que el artista está subordinado al bien común, lo importante es la obra la que perdura pasando el autor a un segundo plano, aunque una posterior lectura, a modo de contracorriente, aseguraba que el arte es siempre una propuesta individual y personal y que ésta se genera al margen de movimientos sociales y políticos.

Trasladándonos a la sociedad actual de opulencia y consumo, en la que la aparente la abundancia de recursos deriva en ocasiones en un despilfarro de materias, éste no deja de ser un fenómeno social al que los artistas no son ajenos, sino que se erigen en ocasiones en voces críticas sobre el abuso de este arrogante despilfarro y mediante sus obras nos ofrecen un discurso nuevo, que va más allá del mero reciclaje y la reutilización de los materiales sino que otorgan una segunda oportunidad a esos objetos desechados por inservibles, criticando de manera formal un consumismo salvaje, la obsolescencia programada y la vejez prematura de los útiles.

En este ámbito se mueve la obra que Fernando Jarque nos presenta en la sala de exposiciones del Ilustre Colegio de Veterinarios de Madrid, que bajo el titulo de "Retener" da forma y color a estos objetos desechados otorgándoles una nueva vida, "una segunda oportunidad", en el más genuino lenguaje taurino. Sus colaboradores son, confiesa, "vertederos, escombreras, containers, basureros" quienes le surten de material,  llevando a sus obras piezas a las que pretende dar esa segunda oportunidad en una función para la que no fueron creados, y nos recuerda, casi a propósito con el lugar de exposición, que "la vaca en el armario siempre encuentra el adecuado aposento".


Retener, de Fernando Jarque Dueñas, en la sala de exposiciones del Ilustre Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid, calle Maestro Ripoll, 8. 28006-Madrid del 5 al 26 de noviembre de 2015.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Garoza, un despoblado en La Moraña


Saliendo de Mingorría, camino de Berlanas, por la carretera local AV-P-103, pasado Zorita de los Molinos, nos encontramos los restos de un despoblado, ya en el término de Peñalba de Ávila. Según cuentan en Mingorría, como una tradición o leyenda, estos son los restos de un pueblo que se lo comieron las termitas, dejando tan solo las dos esquinas de una torre mudéjar en medio de un campo, hoy recién arado, y a unos 50 metros más arriba, una esbelta espadaña que debió ser de una iglesia. Desde allí puede verse por el Este la vertiente segoviana de Guadarrama, y desde ahí por el Norte hasta el Oeste desplegarse la llanura cuarteada de sembrados de La Moraña. En alguna ocasión he ido hasta allí sólo con la intención de contemplar la profundidad del paisaje, el amplio arco del horizonte y el espectáculo del viaje pausado de las nubes bajo un cielo profundamente azul. El paraje se encuentra en el cruce con un camino rural de tierra que comunica Peñalba con Gotarrendura, donde hasta hace poco naciera Santa Teresa de Jesús, hasta que la hicieron nacer en la misma Ávila, camino señalizado como Ruta Teresiana y como Camino de Santiago. El paraje se llama Garoza.


Partiendo de Arévalo,"Más al sur, en los confines de la Moraña -escriben Martha González Lombo y Jorge Díaz de la Torre en un interesante artículo sobre los despoblados defensivos del norte de la provincia de Ávila, se encuentra- el Torreón de Garoza (Garoca en la documentación) en el término de Peñalba de Ávila y del cual tan sólo restan los dos contrafuertes que miran hacia el Noroeste, se hiergue unos 10 metros habiendo tenido en principio, unos 7.45 x 7.80 metros de perímetro. Su fábrica es de ladrillo liso y argamasa con alguna franja de piedra entremezclada (caliza también a pesar de encontrarse este punto cercano a los afloramiento graníticos que preludian la Sierra de Ávila) distinguiéndose aún perfectamente los diferentes cuerpos interiores de la edificación".


En este terreno, me cuenta mi amigo Fernando Jarque, comienzan a escasear los afloramientos de granito; incluso en Mingorría el granito es sustituido por una extensa veta de pizarra y desde ahí hasta Peñalba aflora a trechos otra veta, ésta  de cuarzo. A partir de esta línea hasta Arévalo las construcciones son de adobe, y el arte predominante, el mudéjar. Los bloques de piedra caliza que debieron utilizarse en la construcción del torreón, los más gruesos se amontonan en torno al edificio o se han utilizado para levantar paredes entre la carretera y la tierra de labor, y los más pequeños se encuentran esparcidos en la tierra que ocupa.


Ambas construcciones están, dirección Berlanas, a la derecha de la carretera; la espadaña a poco más de cinco metros del arcén, en el alto, mientras que los restos del torreón están en una pequeña pendiente: "Sorprende un tanto su situación, dado que no está emplazada en el propio Alto de Garoza de 979 metros sino en un pequeño vado en un lateral, mientras que la cima la ocupa una espadaña, sin duda contemporánea, formando ambas estructuras lo que resta del poblado de Garoca citado ya en 1250", señala el texto de M. González y J. Díaz.


El origen de Garoza está en la repoblación de Ávila, en los siglos XII y XIII tal como vimos en Orbita, Espinosa de los Caballeros o Gutierre Muñoz, lo que era la zona norte del arcedianato abulense "unos orígenes altoaragoneses acaso tuviesen quienes fundaron" entre otras poblaciones "Garoça", en el cabildo de La Moraña, zona donde se produjo un poblamiento muy abundante, con 86 aldeas en la época de conquista y repoblación, núcleos que en ocasiones distaban entre si tan solo "medio kilómetro, en los cuales vivían algunas familias, garantizando esta cercanía el intercambio de ayuda en las tareas agrícolas". La cercanía de la frontera convertía la zona en peligrosa por lo que muchos de estos núcleos crecieron en torno a un elemento defensivo, una torre que solía tener unas dimensiones pequeñas, entre los 5 a 10 metros de lado, sin entrada desde el suelo, accediendo a ella mediante una escalera de mano a través de una puerta en un piso superior; algunas de estas construcciones evolucionaron en torre de iglesia o, como vimos en La Torresaviñán, en castillo.


Garoza ya aparece mencionada formando parte patrimonial del arcedianato de Ávila en La Moraña entre los años de 1250 y 1320. Más adelante aparece referenciada dentro de las posesiones de la Catedral de Ávila, entre los años 1368 y 1420, la gran terrateniente de la época en el territorio abulense, aunque no la única, puesto que el patrimonio rústico se repartía también entre monasterios, conventos, cofradías, iglesias parroquiales y algunos particulares como es el caso de María Blázquez, personaje ligado a la aristocracia urbana abulense y que contaba con posesiones agrícolas tanto en Garoza como en Engorría, la actual Mingorría, según consta mencionada en el Becerro de visitantes de casas y heredades, documento de 1303.


El futuro de Garoza, muy probablemente, sea desaparecer, como han desaparecido tantas otras antiguas fundaciones cercanas a ella, y el paraje será sólo un punto desde el que algún nostálgico podrá observar la profundidad del horizonte porque, como dice Fernando Jarque en nuestras conversaciones, el paisaje de Castilla hay que saber mirarlo porque no tiene la obvia belleza de otros paisajes que se presentan más cercanos, y quizá el observador atento se pregunte por el origen de esas piedras calizas desubicadas y diseminadas por los sembrados de las que sólo quedará memoria de ellas en los documentos guardados en la catedral o en la biblioteca, y se seguirá contando, a modo de curiosidad o leyenda, que son los restos de un pueblo que se lo comieron las termitas.


Para esta entrada he consultado las siguientes publicaciones:
Estructuras defensivas asociadas a despoblados en el norte de la provincia de Ávila, González Lombo, Martha y Díaz de la Torre, Jorge, en Castillos de España, nº109, pág.. 52-53. Publicación de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, Febrero 1998.
Historia de Ávila, Tomo II, . Institución Gran Duque de Alba de la Diputación de Ávila. Caja de Ahorros de Ávila. Artículos de Barrios García, Ángel, Conquista y repoblación; y Colonización y feudalización; y de Monsalvo, José María La Ordenación de los espacios agrícolas y forestales.